Ayer se cumplieron exactamente 200 años del estreno en Viena de la Sinfonía n.º 9 de Beethoven. Una de esas maravillas que de vez en cuando un ser humano realiza y se gana la inmortalidad con ello.
En 1985, Herbert von Karajan cogió el último movimiento (Oda a la alegría), le hizo unos arreglos y el resultado se convirtió en el himno de la Unión Europea; el que todavía es, sin duda, el territorio donde el ser humano ha alcanzado las cotas más altas de igualdad, bienestar, fraternidad y racionalidad de nuestra historia como especie y el que hemos tenido la inmensa suerte de nacer. Disfrutémoslo mientras podamos y colaboremos en lo posible a que lo siga siendo.
Os animo a escuchar tanto el breve himno como la obra completa. Yo lo acabo de hacer y todavía tengo los pelos de punta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario