miércoles, 12 de noviembre de 2008

La financiación de los gastos sociales

Hace poco escuché una entrevista al actual presidente de las cámaras de comercio, Javier Gómez-Navarro, ministro con Felipe Gonzalez. En dicha entrevista me llamó la atención un comentario sobre la financiación de los principales gastos sociales: el sanitario, las pensiones y el subsidio de desempleo. Me pareció muy interesante y por eso quiero exponer su propuesta aquí.

En la actualidad, los tres gastos sociales antes mencionados se financian, básicamente, con las cotizaciones de empresas, trabajadores y autónomos. Esto históricamente tenía sentido. Solo tenían protección sanitaria, jubilación y paro los que habían cotizado y su familia. Hoy en día este procedimiento de financiación ha quedado obsoleto porque éstas prestaciones se han hecho universales:
  1. Todo el mundo tiene asistencia sanitaria universal, tanto españoles como extranjeros, cotizantes o no cotizantes. Hasta los ilegales la tienen. Esto es bueno, nos hace seres humanos. Pero esto está provocando que, en diversas zonas de España, por la inmigración y por la cantidad de europeos residentes, la sanidad tenga que soportar una gran carga asistencial no financiada, ya que estas personas no cotizan.
  2. El el caso de las jubilaciones y en el subsidio de paro, el caso no es tan claro, pero hay pensiones no contributivas y mucho dinero de las cotizaciones para desempleo son para formación de personas que, o no trabajan o no han trabajado.
Si las prestaciones son universales (y para mi está bien que lo sean), ¿porqué su financiación no es un impuesto universal?. Habría que buscar un impuesto que lo pagara todo el mundo ya que puede ser destinatario de estas prestaciones. Y, por supuesto, preferiblemente que pagara más el que más tuviera.

Pues bien, ese impuesto (más o menos) existe: El IVA. La propuesta es subir el IVA para pagar la sanidad y aquellas otras prestaciones sociales universales y eliminar (o reducir enormemente) el actual sistema de cotizaciones a la seguridad social para que la carga impositiva final sea muy parecida a la actual.

De esta forma, tanto cuando compres un producto chino como si es alemán o español, estarás financiando nuestro sistema de protección social.

Si lo piensas bien, las cotizaciones sociales son un impuesto al trabajo, y nadie en su sano juicio le pone un impuesto a algo que deseamos que haya mucho. Además, ese impuesto se transforma en costes empresariales que repercuten en el coste de los productos nacionales: ¡Los productos chinos no tienen ese impuesto sobre el trabajo! y, por tanto, son más baratos.

En resumen, gran parte de nuestro sistema de bienestar se basa en poner impuestos a nuestro trabajo, lo que incrementa nuestros costes, luego nuestros productos son más caros; y en una economía globalizada, compramos más productos sin ese impuesto, luego cierran empresas españolas y por tanto bajan las cotizaciones y suben los gastos en prestaciones por desempleo.

Con esta espiral, nuestro estado social actual (y el de toda Europa) puede irse a la quiebra.